En la actualidad existe una gran cantidad de actividades laborales de distintos sectores de actividad que se desarrollan en diferentes entornos con condiciones muy diferentes entre sí. Cada puesto de trabajo necesita de un profesional trabajador/a que realice las funciones requeridas. Esto hace que las personas que se dedican a realizar sus actividades estén sujetas a sufrir accidentes de trabajo y lesiones de distinta consideración.
Para prevenir que puedan suceder estos accidentes se aplica la seguridad laboral. Este concepto se entiende como un conjunto de técnicas y procedimientos que sirven para evitar o minimizar los riesgos que pueden derivar en un accidente de trabajo. De esta manera, se puede evitar lesiones y los efectos más nocivos del contacto con agentes y sustancias peligrosas.
Además, la seguridad laboral también trata de hacer frente a los riesgos derivados de la maquinaria que se utiliza en los entornos de trabajo. De esta manera, se diseñan protecciones y dispositivos de seguridad para evitar golpes, cortes, atrapamientos, caídas, etc. Del mismo modo, también se centra en la seguridad contra el fuego, elaborando procedimientos y normativas.
De esta manera, se aplican equipos de protección colectiva (EPC) y equipos de protección individual (EPI). Precisamente, en este artículo nos vamos a centrar en estos últimos. Así que, si quieres saber qué es un EPI o quieres obtener más información al respecto, te recomendamos que sigas leyendo.
¿Qué es un Equipo de Protección Individual (EPI)?
En rasgos generales, un EPI o Equipo de Protección Individual es cualquier tipo de dispositivo o medio que un trabajador/a lleve o disponga con el objetivo final de brindarle protección contra uno o varios riesgos que puedan amenazar su integridad física, mental o comprometer su salud y seguridad de cualquier manera.
Así pues, un EPI o equipo de protección individual puede ser de uso recomendado u obligatorio en el ejercicio de ciertas actividades laborales y puede tomar distintas formas aparentemente muy diferentes e incluso arbitrarias. Entre ellas, podemos encontrar cascos, mascarillas de protección contra gases, tapones para los oídos, guantes de trabajo, calzado de seguridad, etc.
Cada uno de ellos está perfectamente preparado como respuesta a determinados riesgos relacionados con el entorno de trabajo. Es decir, que no en todos los entornos laborales podemos encontrar los mismos riesgos para la integridad física y psicológica de los trabajadores, por lo que, en cada lugar se aplican los más adecuados para hacer frente a los riesgos potenciales que existan en determinados lugares. En definitiva, la aplicación de los EPI se hace por sanidad.
Además, un equipo de protección individual debe utilizarse específicamente cuando los riesgos no se puedan reducir lo suficiente por los equipos de protección colectiva (EPC) ni por ningún otro medio de organización del trabajo. Es decir, se utilizan cuando existe un riesgo potencial para la salud de los trabajadores/as, por ejemplo, de una fábrica o nave industrial de producción u otros entornos laborales.
Equipos de protección individual: ¿Qué tipos existen?
El uso de los EPI fue regulado en el Real Decreto 773/97, de Equipos de Protección Individual, para garantizar unas condiciones mínimas de seguridad y salud en el trabajo. En los puntos más importantes se destaca que estos deben ser apropiados para minimizar los riesgos correspondientes, además de ajustarse perfectamente a cualquier persona. Además, estos deben contar con requisitos ergonómicos y ser compatibles con otros equipos.
Asimismo, las empresas se deben asegurar de que se imparta la formación adecuada sobre el uso correcto de los mismos. También expone que estos deben ofrecer una protección efectiva frente a los riesgos y que los trabajadores están obligados a utilizarlos correctamente, cuidarlos y depositarlos en el lugar adecuado para que estos puedan seguir cumpliendo su función principal. Así pues, lo principal que debes tener en cuenta es que para el uso de los Equipos de Protección Individual existe una normativa específica al respecto.
Como hemos comentado anteriormente, existe una normativa tanto a nivel europeo como nacional en cuanto a los Equipos de Protección Individual para garantizar un entorno de trabajo lo más seguro, sano, y estable para el bienestar físico y mental de los empresarios de cualquier lugar de trabajo. Estos se pueden dividir de varias maneras: dependiendo de la categoría y dependiendo del grupo al que estos EPIS pertenecen.
Equipos de Protección Individual dependiendo de la categoría
Dependiendo de la categoría, encontramos una clasificación de los EPI dependiendo del riesgo y de la gravedad de los daños a los que los trabajadores/as se pueden enfrentar durante la jornada laboral. Los primeros de ellos son los de la categoría I. Aquí encontramos los que brindan protección contra los riesgos mínimos, como, por ejemplo, pequeños golpes, vibraciones o manipulación de productos de limpieza que no sean corrosivos.
En la categoría II hablamos de aquellos que protegen contra los riesgos intermedios, que pueden provocar daños que no son ni leves ni graves. Por ejemplo, encontramos guantes anti cortes, calzado de seguridad, máscaras de protección contra gases químicos, gafas, tapones para los oídos, etc.
Por último, en la categoría III se encuentran aquellos que protegen contra riesgos bastante graves o mortales. Esto se relaciona con la manipulación de sustancias peligrosas, caídas en altura, descargas eléctricas, radiaciones, etc.
EPIS dependiendo del grupo al que pertenecen
Dentro de este apartado, podemos diferenciar algunos Equipos de Protección Individual. Primero destacamos aquellos que sirven como seguridad para la cabeza. Entre ellos, podemos citar el casco. Este debe ser resistente para prevenir lesiones en la cabeza por golpes, caída de objetos o caídas a distinto nivel.
Los EPIs de protección ocular también son muy importantes, ya que los ojos son una de las partes más complejas y frágiles de nuestro organismo. Con unas buenas gafas de protección o de pantalla puedes proteger tu vista de golpes, de la caída de sustancias corrosivas o de las fuentes de luz demasiado intensas con un protector de soldadura.
La protección auditiva tampoco se debe quedar atrás, especialmente si trabajas en un entorno en el que se producen ruidos con niveles de presión sonora muy elevados. Estos son ideales para evitar la pérdida de audición después de largas jornadas con una elevada exposición a ruidos demasiado intensos. En este sentido, los tapones para oídos son una de las mejores opciones, junto con las orejeras de protección.
Los trajes EPI son importantes para prevenir accidentes. Muchas veces el uso de chaquetas de alta visibilidad y de pantalones elaborados con tejidos resistentes son necesarios para mejorar la visibilidad de los empleados/as en el entorno laboral. Pueden ser útiles, por ejemplo, para evitar atropellos con carretillas debido a la mala visibilidad.
Del mismo modo, se recomienda utilizar guantes adecuados para protegerse las manos y los dedos contra cortes, quemaduras, riesgos biológicos, químicos o vibraciones. De igual forma, también debe utilizarse el calzado adecuado para evitar tropiezos y caídas, así como para proteger los pies de aplastamientos y golpes. Por último, también es obligatorio el uso de mascarillas para evitar inhalar vapores, humo o polvo para proteger las vías respiratorias en el caso de que sea necesario.